Estudiantes crean la primera carroza eléctrica que operará en Chile

16 estudiantes del Liceo Industrial de Puente Alto con el apoyo de docentes del DUOC UC de la misma comuna son los responsables de crear la primera carroza fúnebre eléctrica que se utilizará en Chile para este tipo de servicios.

Un hito en la historia de un proceso de transformación realizado en el país liderado por el profesor, Eduardo Guzmán.

La ceremonia de la presentación de este proyecto de electromovilidad se realizará este viernes 25 de agosto. Este proyecto ha sido posible gracias a la gestión de ambos centros de estudios junto al apoyo brindado por el empresario Iván Martínez, quien se encargó de importar piezas desde el exterior para realizar la conversión. «Teníamos la idea y también era posible con otros actores, pero preferimos el mundo estudiantil y la comuna que me vio partir», indica el empresario,

El proyecto nace en octubre del año 2022 por una inquietud de Iván Martínez en querer innovar sobre las nuevas tecnologías de los vehículos eléctricos. Este proceso de transformación se denomina Retrofit (reacondicionar). Fue Martínez, indica el profesor guía, quien propuso realizar cambios a un vehículo antiguo. Se trataba de un Cadillac de 1995 con un motor V8 con una cilindrada 5.7 bencinero.

«A partir de ese momento se iniciaron los estudios con gran entusiasmo de parte de los estudiantes. Sabían que estaban haciendo algo inédito y que los ubicaría a futuro como expertos en estas materias», señala el profesional. Se realizaron los estudios para cambiar el motor bencinero por uno eléctrico de 144 volt con seis baterías de litio de 3,2 volt cada celda el cual genera un torque (fuerza para realizar movimientos giratorios) de 190 a 210 nm.

La idea del proyecto

En este proceso de transformación se utilizaron todos los equipos disponibles en el liceo industrial de Puente Alto: mecánica industrial, electricidad, construcciones metálicas y mecánica automotriz. Este trabajo recibió el apoyo de varios docentes del DUOC UC de la misma comuna.

Fue un proceso de casi más de siete meses, desde que recibieron el motor eléctrico, y los jóvenes trabajaron incluso en horario extraescolar. La idea no era interrumpir su formación académica. «Los estudiantes están felices y sienten que han realizado un aporte a la sociedad. Han quedado con una gran experiencia», señala el maestro.